martes, 19 de enero de 2010

(11) "Desenfocados" (15/01/10)




Agustín Santos llegó al programa e hizo un recuento de bajas -que eran números de sangre y ausencia- cuando le reclamé por la última hora de Haití. Sentí un temblor de prejuicios que no le conté. El programa, es sabido, se dedicaba a los desenfocados en el plano general de la historia. Yo había rememorado como cuando una catástrofe natural (no accidental, los accidentes no son previsibles, son accidentales, ciertas catástrofes tienen plazo fijo) asolan el paisaje de la pobreza, son las denostadas ONGs las que intentan frenar las dimensiones del caos, salvan los muebles. Luego llegan los poderosos, contemplan, evalúan, hacen cálculos y hablan de reconstrucción en tantos por cientos de ganancia, de reactivación del mercado, de recolocación de excedentes. Tal vez por ello un amigo que trabaja para "médicos del Mundo" hizo una reflexión crítica sobre la utilización que de las organizaciones sociales hacen los grandes intereses económicos y militares en los que se ve envuelto su trabajo inocente. Las ONG, que tanto desprecia Esperanza Aguirre y su corte de periodistas a sueldo, son uno de los pocos elementos que nos separan de la barbarie. Otro punto fueron las declaraciones del obispo de San Sebastián. A mucha gente le sorprendieron. A mí no: la iglesia oficial se desligó de la piedad desde que se apuntó al cruento dios del antiguo testamento.
Pero Agustín Santos habló en el programa de la negociación con Aminetu Haidar. Desde la serenidad y el rigor. Desde la convicción que desde la inteligencia los asuntos se solucionan mejor que desde las vísceras. Por eso apostó por razones no por motivos. Y desglosó con datos una situación que algunos quisieron emponzoñar con leyendas. No hablamos de los mezquinos que intentaron aprovechar su entrada en escena para convertirle en cómplice de todos los escenarios injustos. Unos tipos que hablan de repensar sin haber dado el paso de pensar en inicio.
Siento por aquellos que se ponen morados de anís en los entierros que el asunto Hiadar acabara bien. Que Aminetu esté en casa y se encontrará una salida tras su esfuerzo heroico de poner al Sahara en los periódicos. Siento por aquellos partidarios de la cabra de la legión y la testosterona al poder que las cosas se solucionen por el camino de la inteligencia y no del mamporro. Lo siento. Están de mala racha: los secuestrados por piratas vuelven, el desamparo en huelga de hambre se concluye...
Pero, independientemente del estéril estado febril de los patriotas y de la pequeña satisfacción de que las cosas se hagan con cierta lógica, mantengo un malestar. Una sensación de impotencia por pensar, sentir, que el esfuerzo civilizado de algunos no logra más que poner parches sobre la barbarie del sistema. Y que las fuerzas "macho" que sostienen el desequilibrio son más poderosas, más ingentes que el esfuerzo femenino (*) por paliar cada hecatombe. Pero ese es ya otro tema...

Mariano Crespo


(*) Creo que fue a García Márquez a quien leí una vez que "los hombres empujan la historia y las mujeres la sostienen"



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