Vivimos en un país en el que nos manejamos con más comodidad en el fangoso terreno del chiste que en la pradera de la realidad. El sexo con los sacerdotes de protagonistas es un ejemplo palpable. Sin embargo, la realidad nos muestra un espacio dramático de soledad, vidas truncadas, abrazos clandestinos y control de personas por la vía del sometimiento de los sentimientos. El éxito de esa película de arriba se enmarca en el morbo que rodea lo prohibido.
Y estamos hablando de sacerdotes. De varones. Se supone que las monjas (aquí también) son asexuadas. Una vez me contó la luchadora por los derechos de las mujeres en general y de las lesbianas en particular, Empar Pineda, que hasta para la represión política las mujeres son más invisibles y así se entendía como el franquismo había perseguido con saña la homosexualidad masculina pero había mirado hacia otro lado en el asunto del amor entre mujeres.
Las mujeres, en el terreno de las creencias religiosas, son hijas de un dios menor. Y en la iglesia católica, en la escala de valores de su jerarquía, las mujeres no tienen derecho a elegir ni a ser elegidas. Están condenadas a ser discípulas secundarias de Jesús de Nazaret y a ganar la santidad por la vía de la colada, de la plancha, de la cocina, del cuidado sanitario y asistencial. No son respetadas como teólogas. Son la clase de tropa Vaticana.
La jerarquía católica tiene una extraña relación con las mujeres (las prohíben todo lo que pueden, tal vez porque las tienen un miedo ciempiés). Y de eso vamos a hablar en el próximo programa de "proyecto ADN". El del viernes 13 de noviembre. Ese día nos visitará en el estudio una mujer valiente. Presidenta de un grupo de cristianos que desde hace más de una década decidieron "salir del armario" de los afectos prohibidos y proclamar que el amor carnal y el matrimonio no estaba reñido con el sacerdocio. Este colectivo de valientes se agrupó bajo las siglas de MOCEOP, Movimiento pro Celibato Opcional y tiene como presidenta a Tere Cortés, nuestra invitada.
Hay más de 5.000 sacerdotes casados en España (150.000 en todo el mundo), relegados a las alcantarillas de los templos. Otros, más sumisos, llevan una sexualidad "de aquella manera" pero como no ponen en cuestión las normas son bien tratados y hasta protegidos en sus "cosillas", en los veniales deslices de "los nuestros".
Para acabar de enredar más en el asunto, un tal Benedicto XVI admite en el seno de la iglesia a los anglicanos disidentes (aunque estén casados) porque son ultra conservadores y están contra los derechos de las mujeres, pero a los casados propios (que consideran a las mujeres como iguales) les niega el pan y la sal.
Y es que para Roma hay que seguir comulgando con ruedas de molino.
Mariano crespo
Viernes, 13 de noviembre, Radio Círculo, 100.4 de la FM, de 16 a 17 horas, "La iglesia católica y las mujeres" en PROYECTO ADN (A Dudar por Necesidad)