El viernes 11 de junio vamos a tener un programa mestizo y con alma de potaje. Esperemos que con un toque de arrogancia, pero jamás indigesto ni faltón. Veréis, queremos hablar, al principio, de hasta qué punto somos deglutidos, devorados, o mejor hasta qué punto nos limita lo “políticamente correcto”.
Por lo menos al común de la ciudadanía, porque hay otro segmento (que horrible palabra fuera de la geometría) de la población que ha entrado por la puerta grande en el edificio rancio de la chabacanería y bajo el lema del descaro insulta, descalifica y practica el deporte nacional de la infamia con divertimento y con impunidad.
Son ese grupo de contertulios y opinadores de determinada prensa a los que se les ha desatado la lengua y, en nombre de una libertad a la que desprecian, se mofan de personas, valores, e instituciones, con la fanfarronería propia de las barras de los bares en la madrugada.
Frente a esa tribu gritona preferimos, evidentemente, lo políticamente correcto. Pero más allá de las comparaciones que dan asco, lo políticamente correcto nos parece una perniciosa práctica ya comúnmente extendida que limita el pensamiento, la palabra y que se puede convertir en una censura no explícita, sin reglas escritas pero que constriñe como las prohibiciones legales expresas.
Nos hemos habituado a llamar con eufemismos a la realidad. Así denominamos daños colaterales a las masacres, desfavorecidos a los pobres de miseria y otros numerosos ejemplos de los que se mofa con ironía nuestro servicio de publicidad del programa de hoy.
Que los políticos hablen políticamente correcto tiene un pase, pero que el común de los mortales limitemos de tal manera nuestro vocabulario y lo que es peor, nuestro pensamiento, resulta casi patético.
También hablaremos el viernes de esa fiebre de gastronomía que nos consume, de humor y de suspense.
Y todo porque en “Proyecto ADN” estará con nosotros la escritora Mercedes Castro a la que han publicado una deliciosa novela “Mantis” que no nos ha dejado indiferentes. ¿Os habéis fijado que expresión más ridícula esta de “no nos ha dejado indiferentes”? Sirve para un elogio o para una descalificación. Bueno, "Mantis" me ha hecho pasar muy buenos ratos. Ay, lo políticamente correcto, ese vano intento de llevarse bien con todo el mundo confundiendo el respeto con la renuncia a la identidad.
Por lo menos al común de la ciudadanía, porque hay otro segmento (que horrible palabra fuera de la geometría) de la población que ha entrado por la puerta grande en el edificio rancio de la chabacanería y bajo el lema del descaro insulta, descalifica y practica el deporte nacional de la infamia con divertimento y con impunidad.
Son ese grupo de contertulios y opinadores de determinada prensa a los que se les ha desatado la lengua y, en nombre de una libertad a la que desprecian, se mofan de personas, valores, e instituciones, con la fanfarronería propia de las barras de los bares en la madrugada.
Frente a esa tribu gritona preferimos, evidentemente, lo políticamente correcto. Pero más allá de las comparaciones que dan asco, lo políticamente correcto nos parece una perniciosa práctica ya comúnmente extendida que limita el pensamiento, la palabra y que se puede convertir en una censura no explícita, sin reglas escritas pero que constriñe como las prohibiciones legales expresas.
Nos hemos habituado a llamar con eufemismos a la realidad. Así denominamos daños colaterales a las masacres, desfavorecidos a los pobres de miseria y otros numerosos ejemplos de los que se mofa con ironía nuestro servicio de publicidad del programa de hoy.
Que los políticos hablen políticamente correcto tiene un pase, pero que el común de los mortales limitemos de tal manera nuestro vocabulario y lo que es peor, nuestro pensamiento, resulta casi patético.
También hablaremos el viernes de esa fiebre de gastronomía que nos consume, de humor y de suspense.
Y todo porque en “Proyecto ADN” estará con nosotros la escritora Mercedes Castro a la que han publicado una deliciosa novela “Mantis” que no nos ha dejado indiferentes. ¿Os habéis fijado que expresión más ridícula esta de “no nos ha dejado indiferentes”? Sirve para un elogio o para una descalificación. Bueno, "Mantis" me ha hecho pasar muy buenos ratos. Ay, lo políticamente correcto, ese vano intento de llevarse bien con todo el mundo confundiendo el respeto con la renuncia a la identidad.
Mariano Crespo
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