lunes, 1 de marzo de 2010

(17) La Sombra del Tigre (Biografía: Vida privada y pública) (26/02/10)


EL PROGRAMA (pincha aquí)


Cuando uno piensa en un tigre una de las cosas que le vienen a la cabeza es su capacidad disuasoria. Pero cuando a la salida del programa de radio del oto día reflexionaba por la calle sobre el Tigre como disuasión, curiosamente estaba pensando en el tema que habíamos abordado: ¿A quién pertenece la biografía? Volveré sobre ello más tarde.

Se me hizo corto el programa dedicado a la propiedad de nuestra biografía, de la de todos. Cerré el programa prometiendo volver sobre ello y se me escapó una palabra como reto: necrológica.

La necrológica es el beso de despedida en los ojos del muerto con la disculpa de la biografía. Es, con todo, un arte periodístico que de siempre me llamó la atención, incluso hace muchos años, cuando todos los muertos eran ajenos e incluso la muerte parecía un asunto sobre el que estaba vacunado.

En el programa, Albert Solé, habló con sinceridad de aquello que le llevó a filmar la desmemoria de su padre, Jordi Solé Tura, atrapado por el Alzheimer. Fernando Olmeda habló en su doble condición de periodista y de biógrafo. Pero yo creo que no tuvimos más tiempo que para deslindar el tema porque este ofrece tantos ángulos, tantos perfiles que, en un futuro, nuestra pregunta tendrá que ser más concreta para que nos quede una certeza.

Mi primer acercamiento al género biográfico fue, observado ahora en la distancia, divertido. En la formación particular de mi generación las primeras biografías que conocimos fueron las de los santos, una de las cosas más tremebundas a las que se puede someter una mente infantil. Tras ello, nuestro sistema educativo nos introdujo en las vidas de los prohombres que constituían la historia de España. Frente a tal formación a nadie le resultará extraño porque a mí, y a muchos como yo, los personajes de los tebeos tuvieran un perfil más realista y creíble que nuestros biografiados.

Es cierto que vivíamos en una dictadura, pero ahora que vivimos en estos tiempos democráticos a uno le ha tocado asistir a un fenómeno curioso. Al hacerse los planes educativos de las diferentes nacionalidades que componen nuestro estado, hemos asistido con estupor al emerger de unas biografías y unas historias de los héroes locales tan hagiográficas e increíbles como aquellas por las quisieron formar nuestro espíritu como españoles y cristianos. Y es que conformar patriotas y escribir historia son elementos enfrentados al parecer.

Otro elemento que puede chocar en los tiempos modernos, y en el campo de las biografías, es esa invasión de la vida privada en el perfil oficial. Siempre he visto con recelo el hecho de que un candidato público tenga que poner todos los lados de su vida para consumo privado y colectivo.

Pero lo que me ha parecido escandaloso y todo el mundo parece tomar como normal es el asunto de Tigre Woods. Y es aquí cuando vuelvo a los comienzos de estas líneas. Este buen hombre iba tapando con sus bolas todos los agujeros del mundo con más habilidad que los demás. Por ello le pagaban y se le adulaba. Pero un buen día se descubre que su afición a embocar no se reduce a los “green” sino también a las superficies púbicas de muchas mujeres, con el agravante de que él ya está casado.

De repente este detalle que yo no voy ni a defender ni a atacar porque no me incumbe (y creo que sólo concierne a los afectados y afectadas directamente) le convierte en un apestado. Sigue siendo el mejor pero se le retiran todos los contratos publicitarios. Como digo no lo entendía. Hasta que recordé el misalín de mi primera comunión. Allí no importaban tus logros sino que fueras bueno y rezaras tus oraciones. Todavía sigue vigente y, en la actualidad, tiene un tigre como elemento disuasorio.

Mariano Crespo

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