martes, 16 de febrero de 2010

(15) Sexo del siglo XXI pero no extendido lo suficiente (12/02/10)


Hay asuntos que eran imposibles hace años. Ni siquiera un poco después de hace esos años. La libertad como algunas otras cosas necesita poso, tiempo, alguna que otra generación.

Pasa como con los textos de los actores recién aprendidos se recitan con impostación. Luego, el actor los interioriza y ya no declama, habla con naturalidad.

Las mujeres de mi generación tuvieron el gran mérito de atravesar las inmensas alambradas del territorio de lo prohibido. Se ganaron varias medallas a la mala reputación, insultos grabados en las huellas de sus pasos en la calle y, por supuesto, vivir sin los caminos dictados, a paso propio.

También es cierto que cuando demandaban para todos y todas las libertades que empezaban a demandar por la vía ejecutiva de probar a ejercerlas, su tono de defensa era épico y con algo de soflama. Era natural. Se estaba reivindicando políticamente las libertades privadas. Algo a lo que no se le dio la suficiente importancia.

Ahora hablar de sexo, de artilugios de placer, de juguetería sexual, de fetichismos, de gustirrinín, de afectos, de relaciones, todas las relaciones se hace con la naturalidad con la que se describen fenómenos cotidianos como la lluvia, el amanecer o la llegada del autobús.

Aunque hay algo de mentira en lo que digo. Es cierto lo que pasó en el estudio y que lo que he dicho en las líneas superiores existe pero no lo es menos que esta manera de vivir, estas libertades, no se han universalizado.

Y uno tiene la impresión que debajo de algunos tejados de nuestro país se vive en el siglo XXI pero en otros, más de los que nos tememos incluso, se vive en el XIX, suene o no suene el campanario de la iglesia cercana.

Pero, hoy, no es el día de buscar culpables.


Mariano Crespo



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