EL PROGRAMA (pincha aquí)
Poco antes de iniciar el programa del viernes 27 de noviembre, sin previo aviso, el arcoíris se mostró impertinente sobre el cielo de Madrid. Lo contemplamos absortos desde el ventanal de la radio observando como atravesaba el cruce de la Gran vía con Alcalá.
Con lo de sin previo aviso me refiero a que dicho fenómeno suele verse como los títulos de crédito en las películas: tras finalizar y mientras se enciende la luz de la sala. Pero sucede que el otro día ni apareció la lluvia, ni se la esperaba, así que aquella monumental bandera gay se alzó sin más causa, creo yo, que competir con la de la Plaza de Colón o demostrar al alcalde que su iluminación navideña era una minucia comparada con los excesos que de vez en vez se permite la naturaleza. Unos excesos baratos y que no se pueden incluir en los presupuestos. Lo que sí se puede incluir es dinero para no destrozarla.
Una naturaleza acorralada que, por otro lado, cuenta con defensores apasionados.
Un de ellos, José Miguel Paunero, que representaba a la Asociación de Recuperación del Bosque Autóctono, nos contagió de su entusiasmo por los árboles. Por los bosques que se acomodan en el entorno. No por esa manía de cerebros aburridos de convertir en autóctono lo forastero que tiende a hacernos confundir el medioambiente con los campos de golf y que pronto le dará por crear urbanizaciones de iglús en Almería (con la sana intención de atraer la nieve).
Había que recordar a estos cerebros hueros que no por comprar Kleenex uno se acatarra y que aunque te pongas el bañador y la crema bronceadora y siembres la Castellana de palmeras, el mar va a arribar por la M-30.
Sira Rego, concejal de Medio Ambiente de Rivas Vaciamadrid, habló de la ecología desde el andar por casa. Con los pies en el suelo y el grito en el cielo nos mostró los logros y retos desde un municipio que floreció frente a la división acorazada de mierda que constituía uno de los grandes vertederos de la ciudad.
Con Luis González Reyes llegó la sensatez y el optimismo frente a la desolación. Descubrimos con sus datos que Copenhague rima con enjuague y que la Ley de Economía sostenible que se había aprobado en el Consejo de Ministros hacia escasas horas era como esos palacetes protegidos con los que te topas en el centro de algunas ciudades: te asomas por las balconadas de la hermosa fachada y compruebas con desazón que en el interior no hay nada.
Fue una tarde divertida que ahora colgamos aquí por si te decides a unirte a la tertulia.
Mariano Crespo
No hay comentarios:
Publicar un comentario