Para Tomás, Koncha y Eva que moran en el segundo plano de los Imprescindibles.
"El tiempo tiene un miedo ciempiés a los relojes"
Cesar Vallejo
Cuando Marcos Ana habla, el tiempo, pese a los designios de Cesar Vallejo, le pierde el miedo ciempiés a los relojes. Porque con Marcos tiene el tiempo cautivo la extraña complicidad de los que huyen del mismo enemigo. Cuando Marcos Ana habla, pregona al mundo como un profeta cotidiano que es un hijo. Así la primera memoria de este superviviente de casi todas las desdichas es decir su genealogía. Soy hijo de Marcos y de Ana y mi nombre no viene al caso. Porque además Marcos Ana viene de una tradición en la que el individuo se diluía en lo colectivo. En la historia y en los demás. Por eso Marcos Ana también se llama pueblo y compañero y dignidad y sueño. Tampoco aquí su nombre importa. Como no importa el ego. No existe el yo me llamo. Conviene decir: a mí me llaman. A mí de dicen Marcos Ana.
El viernes pasado nos visitó y le entrevimos (en una entrevista atípica). Y por la rendija de su interior que nos dejó abierta contemplamos la férrea estructura que sostiene al hombre que volvió del miedo. Nada en los inicios de su biografía hacía presagiar que devendría poeta, pero llevaba el estigma de los que descifran los mágicos secretos que viven clandestinos en la cotidianeidad. Los que ponen música y ritmo propio a la previsibilidad del calendario.
Conviene escuchar a Marcos Ana para curarse de esta tendencia a la simpleza que tenemos. M.A. resulta una eficaz vacuna contra el virus que ataca la memoria y nos convierte en intérpretes vanos en una película de la que desconocemos el guión y sólo nos sorprenden los efectos especiales. Ojalá Almodóvar acierte en la adaptación cinematográfica de Decidme como es un árbol. Y cuando vea Marcos para preparar la película que, como dice Sabina, le "aproveche mirar lo que mira".
El viernes pasado nos visitó y le entrevimos (en una entrevista atípica). Y por la rendija de su interior que nos dejó abierta contemplamos la férrea estructura que sostiene al hombre que volvió del miedo. Nada en los inicios de su biografía hacía presagiar que devendría poeta, pero llevaba el estigma de los que descifran los mágicos secretos que viven clandestinos en la cotidianeidad. Los que ponen música y ritmo propio a la previsibilidad del calendario.
Conviene escuchar a Marcos Ana para curarse de esta tendencia a la simpleza que tenemos. M.A. resulta una eficaz vacuna contra el virus que ataca la memoria y nos convierte en intérpretes vanos en una película de la que desconocemos el guión y sólo nos sorprenden los efectos especiales. Ojalá Almodóvar acierte en la adaptación cinematográfica de Decidme como es un árbol. Y cuando vea Marcos para preparar la película que, como dice Sabina, le "aproveche mirar lo que mira".
Mariano Crespo
Una pequeña muestra del programa en directo.
(Vídeo realizado por Tomás Montero)
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