sábado, 27 de noviembre de 2010
viernes, 19 de noviembre de 2010
(37) La ciudad y la ciudadanía (19/11/10)
Mariano quiso titular este programa “La ciudad y la ciudadanía” y gracias a que aún conserva la amistad de antiguos jefes (se nota que no es empleado de la Telefónica) nos pudo servir esta frase tan apropiada “las ciudades son libros que se leen con los pies”. Cabe añadir que el trabajo de los amigos cantautores se recuerda con la cabeza (también la de otras amistades, por supuesto) y ello nos sirve para enviarle un guiño cómplice a Quintín Cabrera.
Hablar de la ciudad y el deseo es como hablar de todo y no hablar de nada, de ahí que lo espeso y virtual se quedó en el magnetofón y pudimos disfrutar del discurso pueblerino y precursor de la trama Gürtel (buena meditación del maestro Alfaya) con el que nos quiso abrir los ojos el bueno de Berlanga, que se nos fue sin saber si el que iría a la cárcel sería el corrupto o el juez.
Wim Wenders se preguntaba que dirían si los edificios pudieran hablar. Evidentemente vocalizan poco, pero para eso está Martín Carril, para hablar por ellos y por Doble W (que, desde luego, no es el whisky que le sirvió SS.MM. a Eduardo Mangada como aperitivo).
De Jordi Borja basta conocer su trayectoria para asegurarnos una conversación-master de esas que, acreditando el aprovechamiento en la escucha (siempre y cuando el abejorro que habita el auricular lo permita), es posible adjuntar al currículo de cualquier candidato a concejal de urbanismo.
Mangada está ya de vuelta de todo eso y, aunque no le guste su obsesión con horadar el subsuelo, le da un aprobado a Gallardón en educación, cultura y saber estar, lo que instintivamente es aprovechado por el equipo de ADN para meter el dedo en la llaga o, lo que viene a ser igual, en el ojo de la esperanza.
Nos dice Eduardo que la ciudad del futuro será la misma que la del presente, sólo que mejor o peor. Que se debe agrupar el cemento (hasta la urbanización final) y respetar el entorno verde que a duras penas subsiste en sus alrededores. Es lo que resultaría obvio, como las buenas comunicaciones, la buena convivencia, la buena multiculturalidad, la buena calidad, la buena identidad, pero son conceptos que se olvidan por los mercaderes, por quienes tienen cogido el suelo por el mango, y ello a pesar de que el Mangada más lorquiano dijese un día que poner un ladrillo al lado de otro no deberían ser dos ladrillos, sino la conjugación de otra emoción.
Menos mal que Emilia, entre tanto arquitecto peligroso (sus crímenes perduran eternamente) nos abre una callejón a la poesía con Pedro Mañas, cuyo increíble mérito, además de edificar poemas redondos, es que los sabe recitar. Un placer escuchar sus versos de “La ciudad laberinto”.
Nos queda, al contrario que la duda, como en cada final de Proyecto ADN, algo más por lo que preocuparnos. Y es que se vende todo lo que es de todos y, la ciudad, también, como nos recuerda el maestro Alfaya con sus Grandes Superficies: el comercio sustituye al ágora para, en vez de ideas, compartir mostradores.
Tomás Montero
BIBLIOGRAFÍA Y DISCOGRAFÍA DEL PROGRAMA
Música:
Bienvenido Mr. Marshall”, Luis García Berlanga
"Tango del Diablo", Acho Estol
“Ciudadano”, Joan Manuel Serrat
“Si tú me dices ven”, Los Panchos
“A las grandes superficies”, José María Alfaya
“Me llaman mala persona”, Académica Palanca
Textos:
“Si los edificios pudieran hablar”, Wim Wenders
“El hombre sin nombre” y “se vende todo”, Pedro Mañas (Ciudad laberinto)
viernes, 5 de noviembre de 2010
(36) El silencio del tejido social (05/11/10)
Si usted lo dice, ¡a callar! Señorito
Mariano Crespo y su tropa nos han regalado hoy un programa-trampa. Y es que, por la boca puede morir el pez (incluso alcaldes y escritores de rancio abolengo) o al menos, de librarse, lucir un piercing que recuerde su apertura en falso, pero resulta difícil promulgar la quietud del hocico parlante como designio de nuestros días y salir airoso del lance.
Y es que, desde el primer minuto del ADN de hoy, ha quedado claro que se habla y, además, el atractivo lo ponen siempre quienes rompen el silencio para mejorarlo, claro.
En una sociedad donde la dejadez en la participación y en la respuesta está dando paso al servilismo y, por tanto, al auge de lo antisocial, es un bálsamo saber que nuestro John Wayne de los valores más rebeldes y justicieros sigue cabalgando (no en balde, ha llegado a caballero de la Legión de Honor) desde que, en la Perkins, se montara junto a Marcelino en la maquina de un tren llamado Comisiones Obreras, cuando sólo (me he enterado por la Academia que ya va sin acento pero no estoy de acuerdo porque quiero que se entienda también sin contexto) había dos direcciones posibles: adelante o atrás.
La sobreprotección anula la rebeldía de la juventud que, saturada además con una información sesgada, deja en manos de los poderosos y sus medios la orientación de las organizaciones sociales. Y así nos va, Don Julián (o Don Marcelino, que tanto da).
Resulta terrible pensar que, en esta orgía de Tintorro Party, como añade Mariano Crespo (a quien cabe agradecer, junto al Maestro Alfaya, sus lúcidos chascarrillos de hombres de mundo con los que nos han deleitado hoy), la descendencia acabe viviendo peor que sus ancestros y, lo que es peor, sufriéndolo como las hemorroides, en silencio.
Es como nos cuenta Martín Carril, de los entresijos no divulgados del cuento de Blancanieves, y que gracias a Belén Gopegui, con el fondo adecuado de la música de Emilia Rabbit Davis, nos vemos en la obligación de meditar porqué ésta (quiero acentuarlo), la amiga de las siete personas de talla disminuida, no conserva el apellido del padre en primer lugar.
Ha resultado refrescante también escuchar los gritos del silencio (o de la “puta calle”) de las experiencias de Paloma Pesquera para hacer hablar al “Tetuán de las Derrotas” y que este barrio, lejos de sentirse huérfano por la crisis religioso-comunista, se vertebre de chilabas, permanentes y malocotones en una integración de futuro.
José Luis Prieto, partícipe de una red de blogeros opinadores, nos da la clave de su espacio de reflexión: el que todos puedan escribir, opinar y ser interpretados, democratiza la opinión pública. Es el progreso con Ideas.es
De la Frontera-D, Emilio López Galiacho defiende el espacio necesario para expresarse con plenitud frente a la simple consigna y, además, aprender a filtrar el exceso de titulares que nos acaban resbalando sin solventar ninguna duda. Como el arte, que puede servir para despertarnos pero no para resolver nuestros problemas.
En fin, como dije al principio y casi de acuerdo con León Felipe, no es que nuestro tejido social esté callado ante la que está cayendo sino que, quizá, esté sumergido en el más profundo de los pozos.
Tomás Montero
BIBLIOGRAFÍA Y DISCOGRAFÍA DEL PROGRAMA
Música:
“Esta boca es mía”, Joaquín Sabina
“In a silent way”, Miles Davis
“Lucidez” (Miquel-Lluís Muntané), José María Alfaya
Textos: