jueves, 28 de enero de 2010

(13) La ciudad sin mar que respiraba como un pez (avance del programa del viernes 29/01/10)


La ciudad es un millón de cosas. Una ciudad sin mar como Madrid tiene branquias como los peces. De tal manera que respira desde la piel. El periodismo cree que la ciudad respira por su lado capital, confundiendo a una persona con su tarjeta de visita. Entonces piensan que Madrid respira por sus ministerios, por sus edificios oficiales, por la heráldica y el timbre. Por eso Madrid no sale apenas en los periódicos. Sale su avatar. Una ciudad muerta en dónde se elaboran decretos, sentencias, órdenes, tendencias, rumores y, gracias a los dioses, cocido.

Sin embargo esta ciudad respira desde el bar de don Manuel (en donde el café huele a váter/ y el váter huele a café) hasta el último rincón.

Las ciudades tienen leyendas para el gusto de la melancolía de cada uno. Las leyendas de las ciudades son como la ropa en casa de los pobres: se la puede volver del revés a conveniencia.

Por eso hay un Madrid que celebra la rebelión contra los franceses y otro que llora a la villa cateta que dio la espalda a la ilustración. Hay un Madrid del "no pasarán" y otro de la violetera y "arriba España".

Incluso, en los últimos tiempos, hay un Madrid topo y mutante que edifica miles de túneles subterráneos, pese a que esta ciudad siempre presumió de "Madrid al cielo", no al subsuelo.

Pero en esta ciudad tan mestiza y chucha (aquí la raza y el pedigrí son tan sólo una Esperanza), conviven muchas ciudades. Llenas de vida y de noche. Durante algunos programas de "Proyecto ADN" que iremos intercalando en nuestra programación nos iremos aproximando a ellos.

Este viernes 29 de enero recorreremos la música que identifica el alma de algunas ciudades de la mano de Irene Chaparro. Y
Julio Cabria * nos acercará a uno de los lados canalla de la ciudad. Yo no me lo perdería.

Mariano Crespo


(*) Julio Cabria, detective privado madrileño, nacido de la mente retorcida de Oscar Urra (el tipo de la foto) que, en su primera novela sobre tal personaje, "A timba abierta" fue finalista del Memorial Silverio Cañada de la Semana Negra de Gijón. Ahora ha publicado la segunda entrega, "Impar y rojo"

martes, 26 de enero de 2010

(12) El precio a la baja de la libertad (22/01/10)






La libertad tiene un precio. Como todas las cosas. Lo que lleva a cierta melancolía es que no sólo se devalúan las monedas sino las cosas mismas, incluso los valores. Que caiga la peseta, el euro, el dólar, el yen me parece un fenómeno religioso. Sí, no desconozco que es un proceso científico cuantificable por la economía. Pero algo de religioso tiene cuando los beneficiados son siempre los protegidos de Dios o de los dioses y cuando sus propios analistas son mejores descriptores del fenómeno a posteriori que apóstoles de la previsión y la prevención. (Es curioso aun como metáfora: los rayos no caen en las iglesias, no por la protección de dios, sino porque los dineros de los dioses dan para la compra de pararrayos).

No sé cuánto vale la libertad. Sé que hay gente que ha dado la vida por ella. También sé que hay gente que vive de "okupa" en su edificio y que nunca apostó por las libertades colectivas un ápice que pusiera en riesgo los lindes su libertad personal.

Juan Genovés, durante la entrevista, reconoció que en determinados momentos pasó miedo y también dijo que, en aquel tiempo, era algo que no se admitía. Más que nada porque el miedo se transmite con más virulencia que cualquier virus y provoca una parálisis que ningún grupo a la intemperie de la historia se puede permitir.

Genovés, además de recordar los días en que determinados sucesos convirtieron su cuadro "El abrazo" en un mito, recordó cuánto esfuerzo, qué odisea, cuánta tribulación costó revertir el Círculo de Bellas Artes (CBA) a sus legítimos propietarios, los trabajadores del arte.

Hoy, El Círculo, ha logrado el lugar que le corresponde. Es una institución respetada y respetable edificada con esfuerzo sobre lo que fue un refugio de "fantasmas" y parásitos que bien merecería una novela. Tras devolver la dignidad a la institución, ésta se volvió golosa para los que conocen el precio del dinero y del poder, no de la libertad.

Luego ha venido una crisis que se ha cebado y roto, como la soga tensa, sobre el lado más débil. Son las empresas de comunicación y cultura aquellas sobre las que se recortan los dineros.

Llega el momento de los recortes y aparecerán profetas de la gestión, con casco, como los rescatadores de terremotos.

Ciertas gentes hemos desarrollado un temor atávico a los rescatadores. Aparecen como salvadores, remozan la casa, se la apropian y entierran con delectación los valores que la ayudaron a crecer.

El Círculo, su radio, pasa por unos momentos difíciles. Y hay ahí un nido de buitres, sobrevolando por el cielo invernal del cruce entre Gran Vía y Alcalá, que produce inquietud.

Genovés, sin embargo, es un joven que transmite la jovialidad y el optimismo de quien gastó seis de sus siete vidas en sobrevivir a las carroñeras. Conoce el precio de la libertad y la mentira de varios mensajes…

Tras la bandera de su mirada uno se alista a la defensa de una radio.


Mariano Crespo


miércoles, 20 de enero de 2010

(12) El precio de la libertad (avance del programa del viernes 22/01/10)


Hace ya 33 años que un grupo de pistoleros de extrema derecha decidieron entrar en la historia de la transición, de la única manera que sabían hacerlo, a tiros. Disparando ebria y salvajemente contra los integrantes de un despacho laboralista en la calle de Atocha. Eran días convulsos. Yo, por entonces, era joven e insensato y hasta mucho después no he comprendido en que filo de la navaja estábamos cotidianamente los que simplemente vivíamos respirando una libertad aun proscrita. Otros, más comprometidos, si sabían qué se estaban jugando y cuál era el riesgo de cada rebeldía. Eran pocos, muy pocos. Eran más las ventanas cerradas y legión los chivatos altaneros y los pasivos cabizbajos. Todavía me parece mentira que hubiera tan poca sangre con tanto asesino vocacional como aun perduraba. Porque aunque ahora pudiera parecer lo contrario, sobre una mayoría silenciosa empadronada en el país del miedo sólo destacaba el vocerío fanfarrón de un grupo dispuesto a cacerías y gestas que buscaban nuevos caudillos en cualquier color caqui. No éramos conscientes pero creyendo que caminábamos hacia el futuro estábamos siendo testigos involuntarios de la descomposición del pasado. Testigos de una derrota sin vencedores y de la fealdad con que agonizan los sepultureros vocacionales. El miedo había hecho su trabajo rutinario de pesadillas y miradas de soslayo y había un gran grupo de gente que pese a querer vivir de otra manera no lo iba a hacer cualquier precio. Era como si una mayoría esperase que en el reparto azaroso del póquer a los perdedores les viniese de una puta vez una buena mano. Los derrotados y sus herederos sabían que cualquier futuro pasaría por convivir con los herederos de los ganadores. Así que trabajaban por un futuro sin exclusiones y así le dieron el nombre de reconciliación. Hubo un artista que cedió un cuadro a lo que se denominaba Junta Democrática que estaba reunida en su casa para la elaboración de un cartel que pidiera la libertad de los presos políticos. Aquel cartel era sobre "El abrazo"· La policía les sorprendió en pleno trabajo de impresión y aquel artista de nombre Juan Genovés fue detenido por el tremendo delito de pintar gente abrazándose. Aquel cuadro proscrito es la actual escultura que se exhibe en la madrileña plaza de Antón Martín, muy próxima al escenario de la barbarie en el despacho laboralista de Atocha. Genovés será nuestro invitado el próximo viernes en proyecto ADN y nosotros aprovecharemos el lujo de su presencia para hablar sobre el precio de la libertad.

Mariano Crespo




martes, 19 de enero de 2010

(11) "Desenfocados" (15/01/10)




Agustín Santos llegó al programa e hizo un recuento de bajas -que eran números de sangre y ausencia- cuando le reclamé por la última hora de Haití. Sentí un temblor de prejuicios que no le conté. El programa, es sabido, se dedicaba a los desenfocados en el plano general de la historia. Yo había rememorado como cuando una catástrofe natural (no accidental, los accidentes no son previsibles, son accidentales, ciertas catástrofes tienen plazo fijo) asolan el paisaje de la pobreza, son las denostadas ONGs las que intentan frenar las dimensiones del caos, salvan los muebles. Luego llegan los poderosos, contemplan, evalúan, hacen cálculos y hablan de reconstrucción en tantos por cientos de ganancia, de reactivación del mercado, de recolocación de excedentes. Tal vez por ello un amigo que trabaja para "médicos del Mundo" hizo una reflexión crítica sobre la utilización que de las organizaciones sociales hacen los grandes intereses económicos y militares en los que se ve envuelto su trabajo inocente. Las ONG, que tanto desprecia Esperanza Aguirre y su corte de periodistas a sueldo, son uno de los pocos elementos que nos separan de la barbarie. Otro punto fueron las declaraciones del obispo de San Sebastián. A mucha gente le sorprendieron. A mí no: la iglesia oficial se desligó de la piedad desde que se apuntó al cruento dios del antiguo testamento.
Pero Agustín Santos habló en el programa de la negociación con Aminetu Haidar. Desde la serenidad y el rigor. Desde la convicción que desde la inteligencia los asuntos se solucionan mejor que desde las vísceras. Por eso apostó por razones no por motivos. Y desglosó con datos una situación que algunos quisieron emponzoñar con leyendas. No hablamos de los mezquinos que intentaron aprovechar su entrada en escena para convertirle en cómplice de todos los escenarios injustos. Unos tipos que hablan de repensar sin haber dado el paso de pensar en inicio.
Siento por aquellos que se ponen morados de anís en los entierros que el asunto Hiadar acabara bien. Que Aminetu esté en casa y se encontrará una salida tras su esfuerzo heroico de poner al Sahara en los periódicos. Siento por aquellos partidarios de la cabra de la legión y la testosterona al poder que las cosas se solucionen por el camino de la inteligencia y no del mamporro. Lo siento. Están de mala racha: los secuestrados por piratas vuelven, el desamparo en huelga de hambre se concluye...
Pero, independientemente del estéril estado febril de los patriotas y de la pequeña satisfacción de que las cosas se hagan con cierta lógica, mantengo un malestar. Una sensación de impotencia por pensar, sentir, que el esfuerzo civilizado de algunos no logra más que poner parches sobre la barbarie del sistema. Y que las fuerzas "macho" que sostienen el desequilibrio son más poderosas, más ingentes que el esfuerzo femenino (*) por paliar cada hecatombe. Pero ese es ya otro tema...

Mariano Crespo


(*) Creo que fue a García Márquez a quien leí una vez que "los hombres empujan la historia y las mujeres la sostienen"